El próximo 26 de abril hará 26 años que el reactor número 4 de la central nuclear de Chernóbil en la ciudad de Prypiat en Ucrania explotó. Liberó una cantidad de radioactividad 500 veces mayor que las que lanzó EEUU sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945.
Tras la trágica explosión las autoridades limitaron el acceso en un radio de 30 kilómetros en torno al foco del desastre. A causa de la alta radiación desprendida del reactor hacia el exterior, la OMS señala que hasta 41.000 casos de cáncer en humanos están vinculados al desastre. La exposición a esta radiación provoca alteraciones en el material genético.
Lo que sigue estando restringido para los humanos, 26 años después se ha convertido en un paraíso para la flora y fauna salvaje gracias a que los niveles de radiación han ido disminuyendo y a la ausencia de humanos que oprimen el medio ambiente.
La poca gente que aun vive allí, cuentan que hay multitud de aves, linces, murciélagos, caballos salvajes y hasta han encontrado huellas de osos por la zona.
Pero no siempre es oro todo lo que reluce, ya que entre las aves se ha visto aumentado en un 13% el albinismo y han encontrado animales con deformidades en sus miembros y la vida de estos animales se ven reducidas a la mitad de sus vidas.
Se teme que estas aves migratorias extiendan sus mutaciones a otros lugares del planeta.
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