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jueves, 19 de mayo de 2011

Regreso a la Luna





El LRO (Lunar Reconnaissance Orbiter), lanzado recientemente, es el primer paso de lo que parece ser la cadena definitiva de misiones que conduzcan al tan ansiado retorno de seres humanos a la Luna, esta vez para mantener nuestra presencia allí, a través de bases permanentes y expediciones periódicas.

Los paisajes lunares son exóticos y atrayentes. Pero también hostiles. Para empezar, las áreas frías de la Luna lo son más que las zonas polares de la Tierra. Imagine tratar de sobrevivir al invierno sin ropa de abrigo ni un refugio donde calentarse, en una zona terrestre de bajas temperaturas invernales. Si eso ya constituye un reto para la supervivencia, más aún lo es aventurarse por la Luna, a la que algunos han llamado el séptimo continente.



Pese a todo, no debemos olvidar que nuestros antepasados afrontaron el reto de un mundo helado durante la última era glacial, cuando la civilización humana apenas estaba en su amanecer.


Nuestros antepasados desarrollaron tecnologías para sobrevivir en zonas gélidas porque necesitaban extenderse a nuevos territorios según aumentaba la población. Sin esos avances tecnológicos, hoy en día los humanos aún estaríamos confinados a una estrecha franja a lo largo del ecuador de la Tierra, y, por supuesto, sólo una pequeña parte de la gente que hoy puebla el mundo podría vivir en esa franja privilegiada. Sin embargo, el desarrollo de esas tecnologías pioneras y su posterior e incesante perfeccionamiento nos han permitido extendernos a todos los rincones del planeta. Con la tecnología adecuada, lo mismo puede suceder con la Luna.

Los límites de la Tierra no tienen por qué ser una frontera insalvable para el Ser Humano. Además, para bien o para mal, cada vez somos más individuos, y cada vez necesitamos más energía, más recursos y más espacio en el que vivir o trabajar.



Los científicos están particularmente interesados en las regiones polares, debido a que la NASA puede enviar allí a astronautas para sacar provecho de los recursos potenciales en estas áreas. Sin embargo, son más complejas que los sitios de aterrizaje de las misiones Apolo, los cuales estaban cerca del ecuador lunar y sólo eran explorados durante la mañana lunar. En los polos existen cráteres con fondos que pueden estar perpetuamente a la sombra y ser muy fríos, lo cual potencia esos efectos electroestáticos indeseados. También, la línea que divide la noche y el día está en constante movimiento a través de esta región. Los científicos en realidad no conocen bien este ambiente. Si se quiere mitigar un problema, primero hay que conocerlo bien. Es por eso que la modelación con los datos provenientes del LRO y de otras misiones será esencial para el regreso humano a la Luna.


Esperaremos impacientes este regreso.



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